Inquisiciones Sobre el Deporte, el Entrenamiento y la Vida.


Sentadillas, Rango de Movimiento y Fuerza por Sector.

Hablando de la profundidad de sentadillas y, en referencia al artículo “La Verdad Sobre la Profundidad de las Sentadillas para Atletas. Mesa Redonda”, una de las cosas que poco se nombra, es el tema del tiempo bajo tensión en relación al rango de movimiento. Está claro que, a igual velocidad, una sentadilla profunda va a tener (por cada repetición) un mayor tiempo bajo tensión (derivado del mayor recorrido), que una que no lo es. Es una verdad de perogrullo, pero no se menciona a menudo. Esto significa que una sentadilla completa, en general, tendría un mejor y mayor efecto estructural/hipertrófico.

Luego, de aquí se desprende también el RANGO bajo tensión. Una sentadilla profunda va a tener un mayor rango bajo tensión que una “media sentadilla”. Una mejor estimulación sobre toda la funcionalidad del músculo. En un movimiento de rango completo las cuatro porciones de los cuádriceps debieran resultar mejor trabajadas. Por otra parte, sin un RDM completo, ¿se generará, a través de una excesiva reincidencia, un “desbalance interno” del músculo?

Por último tiene usted el tema de la fuerza por sector de movimiento: para alguien que, permanentemente hace un cuarto de sentadillas con 200 kilos, créame que no le va a resultar fácil hacer una sola sentadilla profunda con 100 kilos. Por el contrario, para el que hace sentadillas completas con 100 kilos, no le va a resultar tan complicado ejecutar reps parciales con 200 kilos. En este caso (y para decir a modo de sentencia presocrática) “lo bajo conocería a lo alto, pero lo alto no conocería a lo bajo”.


 

Sin Tiempo ni Ganas.

Cuando se va al gimnasio y, o no se tiene mucho tiempo, o no se tienen muchas ganas, hay que trabajar la fuerza máxima. ¿Por qué? Simplemente porque es base para todas las demás fuerzas. No necesariamente de un modo complejo. Alcanza con tres series en ejercicios principales construyendo con tres series de 2 reps, del 80-85 hasta llegar al 90%.


Repetición y Duda.

La evolución del deporte hace que hoy día cada acción, cada gesto, sea ejecutado a una mayor velocidad que en el pasado. Los gestos técnicos, aplicados en situaciones tácticas complejas se deben realizar con una altísima velocidad de resolución. La enemiga número uno de esto es: la duda. Es por esto que en algunos deportes, al igual que en muchas artes marciales se ejecutan una elevadísima cantidad de repeticiones, justamente para eliminarla. Alcanzar, lo que en el zen sería “el estado de vacuidad mental”. El problema asociado a este método, proviene del método mismo: “una elevadísima cantidad de repeticiones”. Este tipo de método conlleva a un peligro de lesiones por sobreuso.  En ciertos deportes de combate es deseable entrenar así, pero solo por tiempos no demasiado prolongados. Después, el atleta debe buscar la forma de alcanzar este estado mental cada vez con menos reps. Tener lo que alguien denominó una vez como: “rutina”.


El Físico del Velocista.

Hace ya un tiempo que se han puesto de moda sentencias del tipo: “Si quiere tener el físico de un velocista, entrene como un velocista”, “Si quiere el físico de un levantador olímpico, entrene como un levantador olímpico”, “Si quiere el físico de un… etc…”.

El sofisma es un error de criterio o raciocinio, de acuerdo con la lógica informal y la retórica, sobre todo por una presunción o una apelación a las emociones (1).

Si quiere tener el físico de Usain Bolt, entrene como él… y no deje de correr los 100 metros en 9.69s. ¿Se entiende?


¡Entrenan para la Mierda! O Cómo Internet Acabó con la Farsa.

Perdonen mis hermanos iberoamericanos el exabrupto en el título con un modo de expresión más típico de la argentina, pero, a confesión de partes, relevo de pruebas:

Esto, personalmente me llama a dos comentarios. El primero es que para ser el mejor en un deporte, no resulta condición “sine qua non” entrenar realmente en forma perfecta. Está claro que tanto Bolt como Linford Christie son perfectos corredores, pero pésimos a la hora de levantar pesas.

La segunda es, ¿si acaso no importa ser bueno en todas las áreas del entrenamiento, es necesario prestarles tanta atención?


Si Quiere Rendimiento Destine sus Mejores y Mayores Recursos a la Actividad Objetivo.

Esta charla la tuve con un DT amigo, que se quejaba del rendimiento del equipo en un entrenamiento. Claro, habíamos entrado en calor durante una hora. Sí bien no había sido una entrada en calor “intensiva”, había durado una hora. Si usted quiere rendir al máximo en un aspecto de la sesión de entrenamiento, todo lo demás debe ser llevado a su mínima expresión.


Los Peligros de la Modernidad.

Muchos hablan hoy de “entrenamiento moderno”. ¿Es que existe el entrenamiento moderno? Supongo que sí, sino un sitio como este (E-T), resultaría una web de revisionismo histórico. Hay un entrenamiento moderno, o debería haberlo. El problema es que muchos enfoques modernos parecieran negar todo lo “antiguo”, o anterior. Son toda una serie de novedosos ejercicios uno tras de otro. En ninguno de esos programas va a usted a encontrar un ejercicio o un método clásico. No se puede crear nada nuevo, desconociendo todo lo anterior. Por esto es que el consejo que se le brinda a cualquiera que desee convertirse en buen escritor es: “lea los clásicos”.


La Educación del Deportista.

Cuanto más educado sea el deportista, mejores y mayores posibilidades tendremos a la hora de trabajar con él. La educación del deportista abarca aspectos psicológicos, técnicos, tácticos, de personalidad, control del estrés, capacidad de expresión, etc.

Si el deportista no sabe escuchar, perderemos el tiempo intentando hacerle comprender el Ciclo de Krebs. Más vale perder el tiempo intentando que comprenda, que debe escuchar.

A veces fallamos con la planificación de nuestra “curricula”, porque al tratar con deportistas profesionales, confiamos en que debemos planificar con un altísimo nivel de contenidos. Confundimos una planificación de alto nivel, con contenidos de alto nivel. Si duda la planificación debe ser lo más elevada posible, pero esto no siempre implica a los contenidos. Sólo con un deportista crecidamente educado uno puede dar materias universitarias.


La Historia de David y Goliat.

Cuando el ejército Filisteo y las tropas del Rey Saúl de Israel se enfrentaron en Soco, cuenta la Biblia, que Goliat desafió al ejército israelí a que presentara un hombre en combate singular que decidiera la batalla. El pueblo derrotado se entregaría al vencedor. Goliat era un soldado gigante y, durante 40 días, cada mañana y cada atardecer presentó el reto, sin que hubiese un solo soldado israelí que se atreviese a aceptarlo.

Fue entonces que el joven pastorcillo David de Judá acepta el reto y, provisto de una honda y mucho ingenio, clavó a la distancia una piedra en la frente del poderoso Goliat, quien cayó muerto en el acto.

Hay varias lecturas a esta historia, la primera es la que intenta transcribir este texto sagrado: con la ayuda de Dios, el débil puede derrotar al fuerte.

La segunda es que con ingenio, astucia, el débil puede derrotar al fuerte, lo que es un tópico que se repite en muchas fábulas en donde, con agudeza, un animal pequeño derrota a uno grande.

Estas dos lecturas sirven en el deporte, si nuestro equipo es el equipo “David”, el débil. Ahora bien, yo no me centraría en pedir, en cualquier caso, ayuda divina para ganar un partido, prefiriendo dejarle tiempo a Dios para otros menesteres más apremiantes. Lo que sí está claro, es que el equipo “David” necesita siempre de toda la astucia y de todo el ingenio posible, para derrotar al equipo “Goliat”.

Pero hay veces en que nos toca representar al equipo “Goliat”. Es en esos momentos, en que debemos hacer una re-lectura de la historia. Primero, esperar que el equipo contrario no reciba ayuda celestial. Luego, como equipo más fuerte, más poderoso, con más probabilidades de ganar, ¿qué debemos hacer? Nada. Nada en especial. No necesitamos ser astutos, alcanza con no ser tontos. Con eso alcanza.


El Héroe de Tigre.

Quiero invitarlos a observar el video de a continuación:

Desde ya hace mucho tiempo me han llamado la atención los actos heroicos. Lo hacen más este tipo de actos, ejecutados por “gente común”. Cuando digo esto quiero mencionar a personas, que no fueron entrenadas para este tipo de acciones. Gente que no es ni policía, ni bombero, ni soldado… Gente como uno… o no tan como uno. ¿Sería usted capaz de una acción semejante? Es tan difícil saberlo. La situación puede presentarse sin previo aviso y en cualquier momento de nuestras vidas, un día cualquiera, un día soleado camino a nuestro trabajo…

Fue hace más de 20 años. Estaba yo parado en una esquina, una motocicleta dobla, resbala y cae al suelo a unos 20 metros de donde me encontraba, producto de una mancha de aceite en el pavimento. El motociclista queda atrapado, semiinconsciente bajo la moto… la moto se prende fuego. No espere usted que diga que corrí hacia él y le salvé la vida. No. No lo hice. Me quedé totalmente petrificado en mi lugar con una expresión de estupor. De la nada y, para fortuna del motociclista, surgió el héroe: un policía que sin un dejo de duda y corriendo hacia el accidentado, movió a un lado la motocicleta en llamas y arrastró al herido lejos del peligro.
Aún sigo pensando en mi “no reacción”, de la cual, probablemente proviene mi obsesión con este tipo de situaciones.

Pero no es de esto exactamente de lo que se trata esta reflexión, aunque sirva de introducción. Volvamos al héroe de Tigre: este hombre tuvo un coraje increíble, pero que casi le cuesta la vida por un error en sus movimientos. Miré de nuevo el video y observe qué hace luego de empujar el auto.

Vuelve sobre sus pasos y cruza por segunda vez la vía. Por fortuna el tren estaba ya desacelerando, debido a que el incidente se produjo en un paso a nivel cerca de la estación, de lo contrario podría haber resultado una tragedia para nuestro héroe.

A muchos de nuestros deportistas les sucede algo similar: les sobra coraje, pero les falta sentido común. Es difícil enseñar coraje, pero nuestra obligación es brindarles sentido común. Estos deportistas van a pedir el balón y van a tomar el tiro del final de la temporada. Esa elección les pertenece, nace de ellos y es difícil de enseñar. Nosotros sólo debemos darles las herramientas para, que de esa decisión, nazca la ejecución correcta.


Etapas en el Desarrollo del Buen Entrenador.

La progresión del buen entrenador pasa por tres etapas: Estudio-Observación-Síntesis.

Al principio de nuestras carreras, todo parece ser lectura, estudio. Vamos a la facultad, compramos cientos de libros, analizamos miles de investigaciones, leemos toneladas de artículos. Estamos en una búsqueda permanente de información. Todo viene desde afuera. Esto dura, unos cuantos años… Puede que yo me haya estancado aquí. Puede que no sea el único, muchos entrenadores sólo hablan por lo que leen o han leído.

Si hicimos bien las cosas, llega luego un primer despertar y, los años que siguen, son dedicados a la observación. Ya no prestamos tanto tiempo al estudio, a la lectura… ahora nos dedicamos a observar… a ver a nuestros deportistas/atletas/clientes y, al aprender de ellos, comenzar a aprender por nosotros mismos. Esta es una etapa importantísima. Si uno no pasa por esta etapa, jamás llegará a ser un buen entrenador.

La tercer etapa, tal y como la llama un psicólogo amigo es la de síntesis. En esta etapa, en la que el estudio y la observación confluyen, es cuando uno se transforma en un buen entrenador. Uno estudia para observar y observa para estudiar.


El Entrenador Maduro.

Ser entrenador en un equipo deportivo es una tarea muy difícil. El entrenador debe conducir un grupo de jugadores siempre heterogéneo, debe decidir quién juega y quién no, con todo lo que eso significa para él/los jugadores que se quedan en el banco de suplentes, viendo cómo su carrera, sus expectativas y su dinero a futuro se menguan.

El entrenador debe además lidiar con el manager del equipo, con el presidente, tesoreros, vocales, hinchas, etc, etc.

Debe manejar además a su propio equipo de trabajo, a veces por completo armado por él y, a veces, no.

Hemos aprendido que existen diversos tipos de entrenadores, está el autoritario, el democrático, el “laissez fair” y quizás algunos otros que ya ni recuerdo.

Según me han contado, se le preguntó una vez a Julio Velasco en un curso de entrenadores de voleibol, qué era lo que él recomendaba estudiar, o qué se debía saber para ser un buen entrenador. Él respondió que si querían ser buenos entrenadores, lo primero que debían hacer es un curso de superación personal.

¿A qué se refería con superación personal? Al conocimiento y el control de uno mismo.

¿Qué tan importante es el manejo de uno mismo y de las propias emociones? Muy. Las emociones nunca deberían controlar al entrenador.

Ahora bien, el control de las emociones (estamos mayormente hablando de las nocivas: de la ira, del rencor, etc. aunque una exagerada alegría puede que no sea del todo buena tampoco) resulta apropiado siempre en pos de una búsqueda de soluciones racionales.

En mis ya algunos años en la “segunda línea” como entrenador, es decir preparador físico, asistente, ayudante, o estadígrafo de un primer entrenador (o entrenador en jefe), he tenido siempre la fortuna, de trabajar con muchos tipos y perfiles distintos de entrenador.

Personalmente y de acuerdo con mi experiencia, distingo tres niveles de entrenador según su grado de superación personal:

El Inmaduro.

El Maduro.

El Revanchista.

El inmaduro no controla sus emociones, explota reiteradamente mostrando su fastidio, su enojo. No controla ni oculta sus emociones. Sus explosiones no brindan retroalimentación positiva. Por lo general está mentalmente siempre detrás de la jugada, porque se queda emocionalmente atrapado en lo que ocurrió, en el error. Pero es frontal y, de última, previsible. Puede ser un buen entrenador si es justo, leal, y sí, por supuesto, conoce del deporte.

El entrenador maduro, superado, controla sus emociones en busca de un recurso que le permita afrontar uno o más problemas. Utiliza la motivación a través de las emociones, en un partido o situación de juego, sólo como una herramienta entre tantas otras. Busca siempre brindar elementos, soluciones para lo que viene.

El entrenador revanchista, se muestra, exteriormente, como el maduro. Pero a diferencia de este último, en vez de controlar sus emociones, las oculta. Muchos confunden control con falsedad. Se trata de, evitando un problema más, buscar una solución. Se trata de controlar, no de ocultar. El que oculta no controla, y el que no controla, volverá a la carga con malas decisiones, producto de sus emociones. Es el entrenador “revanchista”. En general es inseguro de sí mismo, carece de recursos y tiende a simplificar las situaciones en términos de blanco y negro.

Esta clasificación en tres niveles, no se basa en compartimentos estancos. Uno puede ir (y de hecho ocurre a menudo) de un nivel al otro. Los mejores entrenadores del mundo son siempre, o casi siempre maduros, los demás puede que pasemos por momentos de madurez-inmadurez-revanchismo. Lo importante es poder reconocerlo para seguir intentando ser maduros todo el tiempo.

Esta clasificación no contempla el nivel de éxito de un entrenador, ya que esto puede resultar muy variable. El entrenador revanchista puede ser exitoso en un momento dado pero, sin recursos, difícilmente se mantenga en un alto nivel. El maduro puede que no tenga un éxito inmediato, o que no tenga prácticamente éxito alguno, pero seguirá siempre en la senda del mejorar, y sus deportistas le brindarán el reconocimiento que se merece, si acaso este no llegase en títulos o medallas.


Deporte con Ideal.

Más a menudo que no, el deporte hace gala de una encendida mediocridad, y no hablo tanto de la técnica ni de la táctica, porque éstas, son buenas o malas solo en relación al objetivo al que están dirigidas.

Y ese objetivo trasciende, sin importar el nivel, cuando se va en busca de un ideal:

“Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos: pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor.”(2)

Así pasa en el deporte: sin ideal solo importan los goles, los puntos, las victorias, los campeonatos. Todo cuanto pueda ser número. No importa la belleza, no importa la verdad, no importa la lealtad, ni la amistad, ni la persona que habita en el deportista…


Referencias.

(1) http://pcweb.info/sofisma/
(2) “El Hombre Mediocre”. José Ingenieros.


Acerca del Autor.

Juan Ignacio Arenillas, nacido en Buenos Aires en 1970, es uno de los secretos mejor guardados del deporte argentino (no lo conoce nadie). Recibido de Profesor de Educación Física en el INEF Romero Brest, se dedicó de inmediato a cualquier tipo de trabajo (siempre dentro de los límites de la decencia) que garantizara su subsistencia: dio clases de natación, animó fiestas infantiles, fue suplente en escuelas y monitor en viajes estudiantiles, entre otras muchas cosas para el olvido.

Continuó con estudios exageradamente variados en cursos, profesiones y oficios: Entrenador de Atletismo, Taller de Literatura, Investigación Científico Deportiva, Dirección de Cine, Entrenador de Triatlón, Taller de Carpintería, Computación, Timonel a Vela, etc.

Durante 15 años trabajó en la Secretaría de Deporte de la Nación, aunque jamás pisó la sede central y siempre (y por el bien del deporte nacional) fue mantenido en la filial de Ezeiza, en donde también se dedicó a hacer más o menos lo que se le mandase con más voluntad que ingenio. De esos años de gloria queda apenas el recuerdo de haber ser sido el ideólogo del Programa Nacer, tal y como hoy se lo conoce, como programa de entrenamiento en pruebas de fondo para personas con discapacidad mental.

Paralelamente durante esos años se dedicó a entrenar triatletas y fondistas, la gran mayoría amigos dispuestos a aceptar un mal plan a cambio de un magro pago.

En el año 2000 y, recomendado por un amigo (cuando no), le llega la primera gran oportunidad como Preparador Físico en el profesionalismo: una liga metropolitana en un deporte hasta entonces para él casi desconocido: el voleibol. Cinco años le llevó alcanzar un nivel de Liga Nacional y apenas unos pocos meses para irse al descenso en ese mismo 2005 con el Club Monteros de Tucumán.

A mediados del año 2008 y cansado ya de la falta de éxitos en su país, decide aceptar una oferta para continuar su derrotero (nunca mejor empleado el juego de palabras) en Europa, más precisamente en Austria como Preparador Físico del hotVolleys de Viena y de la Selección Nacional. El Voleibol le insistía. Allí continúa hasta el día de hoy, como Preparador Físico en el club SVS Post y en la Selección, habiéndose ganado un reconocimiento excesivo a base de todo tipo de imposturas.

Por lo demás, es dueño, redactor y traductor del sitio entrenamiento-total, web que tiene como objetivos exclusivos la autopromoción y el narcisismo. Pero de esto ustedes ya se habrán dado cuenta…

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