Por Steve Magness.
¿Qué Tan Difícil Deben Ser Sus Entrenamientos Duros?
Cuando competía en la escuela secundaria, mis compañeros de equipo conocían el ejercicio; tener siempre un bote de basura cerca. No importaba si se trataba de una pequeña carrera o un entrenamiento duro; existían posibilidades de que yo fuese a vomitar después. Simplemente ocurría, independientemente de las modificaciones en mi dieta o hábitos de hidratación. Como adolescente, justificaba mi comportamiento diciéndome lo mucho que significaba ser capaz de empujarme hasta ese extremo durante todo el tiempo, lo que, probablemente solamente tiene un pequeño núcleo de verdad. Ahora, mirando hacia atrás como entrenador, llega a la pregunta de ¿qué tan duros deben ser realmente los entrenamientos? No me refiero a la diferencia entre una corrida de recuperación o una repetición de una milla, sino más bien cuán difícil deben ser esas repeticiones de la milla o 400 metros. Por supuesto en las carreras, debemos sumergirnos al pozo tanto como podamos, pero en un entrenamiento duro ¿necesitamos ir tan lejos?
La respuesta podría venir de un rincón sorprendente del mundo de la investigación. En nuestra búsqueda de la felicidad, la gente siempre asume que son los eventos importantes de la vida, como ganar la lotería, o una muerte en la familia, los que afectarán su felicidad total para un mayor efecto en el largo plazo. Sin embargo, un reciente estudio de investigación titulado "Cómo los actos pequeñas versus grandes crean más felicidad", encontró que pequeños actos como simplemente tratar de hacer sonreír a alguien aumenta la felicidad posterior más que intentar hacer cambios mayores.
¿Qué tiene que ver el cambio en la felicidad con la adaptación a los entrenamientos? Es mi argumento, que cambiar el comportamiento y la adaptación al estrés son similares, independientemente de si es físico o mental. En mi propio entrenamiento, utilizo este principio para decidir cómo nos tratamos a nosotros mismos en los entrenamientos más duros.
En el libro de Nassim Taleb Antifragile, se introduce el concepto de la Estrategia de Capitalización de la Barra. De un lado de la barra está el bajo riesgo, las cosas de baja recompensa y del otro está el alto riesgo, las cosas de alta recompensa. Lo que quiere decir es que debemos pasar la mayor parte de nuestro tiempo en cualquiera de los dos extremos, donde el peso está en la barra y permanecer lejos del centro donde hay un riesgo medio y un premio medio a nuestro trabajo. Al decidir la dificultad del entrenamiento, este principio también se aplica.
En mi propio entrenamiento, lo que hacemos es realizar el 80-90% de nuestros entrenamientos en el lado de la barra de bajo riesgo, baja recompensa, con entrenamientos que son un reto, pero que el atleta es capaz de realizarlos con regularidad sin riesgo de desmoronarse en el entrenamiento. Estos son nuestros cambios de comportamiento pequeños, coherentes, seguros, tal y como en la investigación sobre la felicidad. Durante el otro 10-20% del tiempo ejecutamos un entrenamiento duro, hacemos lo que se llama un cambio de perspectiva, o lo que mis atletas refieren como "días de ver a Dios". Durante estos entrenamientos, queremos ir tan duro como sea posible y, si fallamos, está bien. Todo se trata de ver hasta dónde nuestros límites están empujando nuestra perspectiva de lo que es difícil.
La belleza de este sistema es que tenemos lo mejor de ambos mundos, permite una adaptación sostenible a largo plazo sin riesgo de quemarse al cavar demasiado profundo en los entrenamientos, semana tras semana. Además, mediante la mezcla de los dos extremos, lo que pasa es que los entrenos pequeños, moderadamente estresantes, nos permiten consolidar algunos de los cambios provenientes de los entrenos de cambio de perspectiva. La próxima vez que realice un entrenamiento, tenga en cuenta esta estrategia de la barra y será más probable que usted vea una mejora consistente y manejable en el tiempo.
Acerca del Autor.
Steve Magness es el autor del nuevo libro The Passion Paradox.
Es Entrenador en Jefe en Carrera a Campo Traviesa en la Universidad de Houston, tanto para hombres como mujeres. Además, entrena a los corredores profesionales Jackie Areson (4:12-1500,15:14-5 k), Hall Sara, y Tommy Schmitz (1:49 / 3:39).
A partir de 2011 y hasta los Juegos Olímpicos de 2012 fue entrenador asistente para el Proyecto Nike Oregon, donde ayudó con corredores como Mo Farah, quien fue doble campeón olímpico en 5 k y 10k. Mientras estuvo allí, quedó a cargo de entrenar a la corredora de obstáculos Lindsay Allen, el corredor de milla irlandés Ciaran O'Lionaird (1:48 y 3:54 en la milla indoor) y la corredora de 5k Jackie Areson.
Terminó su maestría en Ciencias del Ejercicio de la Universidad de George Mason en 2010. También incursionó en la escritura, como se puede ver en este blog. Ha escrito artículos para la revista Running Times, Competitor magazine, New Studies in Athletics y varias revistas científicas con crítica de pares, entre ellas el International Journal of Athletic Training & Therapy. Ha publicado artículos en Runners World y la revista Outside.
Su web: http://www.scienceofrunning.com/
Traducido por Juan Ignacio Arenillas con autorización del autor.